martes, 8 de noviembre de 2011

De vueltas y tormentas

Y quién dice que volver es sencillo. Ya sea volver a la casa paterna, al cafecito de aquella esquina, a la ciudad de origen, a la otra donde fuiste tan feliz, a la patria, o al lugar en el que estás viviendo tu historia reciente desde hace unos cuantos años. Hay vueltas que son un tango (o un bolero) y otras que son felicísimas. Pero hay unas que son espantosas. Esta reciente vuelta a la ciudad en que vivo, entra en esta última categoría. No sé si alguna vez lo dejé asentado por escrito acá, pero Turín me gusta poco y pocas veces. En estos días no me gusta nada. Es cosa de las circunstancias.

Verán, Piamonte es una especie de zona fausta donde Zeus se descarga cada vez que le coge uno de sus habituales ataques coléricos. Así como algunas personas se encierran en el baño a golpear azulejos, o se meten al bar de la vuelta a buscar bronca, o se trepan a la azotea para gritar a gusto cuando andan irritados del ánimo. Así, igualito. Pero en deidad. Y ahí llegan sus ejércitos de nubes y se ponen a tronar y a resplandecer y a tirar agua sin consideración. Quizás sean ataques que en perspectiva divina duran cosa de minutos, un grito y un puño estrellado contra una superficie dura y ya está. Pero en tiempo terrestre y mortal, la cosa se extiende normalmente por días y a veces por semanas. Y entonces caen cascadas y cascadas de agua y las esquinas se vuelven lagos y las calles riachuelos y en las colinas hay argayos y el Dora y el Po engruesan sus cauces y amenazan con desbordarse.

Cuando tal cosa sucede, uno se despierta con el repiqueteo de la lluvia, pasa el día entre bramidos y estruendos del aguacero y se va a la cama con el tintineo de las gotas y los gotones en las ventanas. O cualquier viceversa posible.

Pues así es como anda la cosa en los últimos días. Desde el viernes cuando el avión aterrizó en medio de ráfagas de viento y agua, hasta esta mañana, cuatro días después. Cierto que en estos tiempos aciagos, Liguria está sufriendo en serio y que esa es una verdadera tragedia que con ligeras variaciones de locación, se repite cada año. Pero esa es otra historia.

Yo vine con la intención de hablar de este microcosmos. Donde con este cielo gris y de un chorreante perpetuo, la vuelta está resultando espantosa. Y si me apuran, diría que hasta tristísima.