jueves, 22 de septiembre de 2011

Diálogo de gastronomia

En Italia, una gastronomia es un negocio donde venden especialidades gastronómicas. No, no es como una fonda. La comida está en vitrinas y cuesta como si la hubiera cocinado Julia Child hace treinta años y la hubiera dejado guardada en una cápsula del tiempo.

A veces, cuando M no viene a almorzar y el sólo hecho de pensar en encender la estufa me parece una condena inquisitoria, voy a una gastronomia a comprar algo ya cocinado. Como hoy.

– Buenos días.
– Buenos días. Quisiera doscientos gramos de esos ravioles rellenos de calabacín, rúcula y ricotta.
– ¿Algo más?
– No, sólo eso. Gracias.
– Mire que aquí hay poco, poco ¿eh?
– Sí, está bien.
– Se lo digo por si no lo sabe, porque doscientos gramos es de verdad poco.
– Sí, gracias.
– ¿Está segura que no quiere que le ponga más?
– No, gracias.
– Esto es apenas suficiente para una persona ¿eh?
– Sí, lo sé. Es sólo para una persona. Para mí.
– ¡Ah! bueno, si es sólo para usted, entonces está bien. Yo pensé que era para un almuerzo.
– Es para un almuerzo. Para el mío.
– Sí, ya le entendí. Pero pensé que era para un almuerzo... usted me entiende.

El no cocinar a veces te regala momentos así. Porque no hay nada como sentirse fuera de lugar en una gastronomia, mientras uno está comprando comida preparada.


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