martes, 8 de febrero de 2011

Febrero 8, 2011

Hay un tema que me tiene revuelto el estómago desde hace más de veinticuatro horas (sí, tarde pero me alcancé a enterar): que Emiliano Salinas Occelli, el hijo del ex presidente Calos Salinas de Gortari, resulte ahora el creador de un “movimiento ciudadano” que se llama en maya y que sólo él y otros veinte que lo componen saben qué carajos es.

Y es que en su conferencia del mes pasado en San Miguel de Allende, lo que mostró fue que más allá de su discurso aprendido a memoria (muy bien estructurado por quien lo haya hecho, eso sí, muy al estilo efectivísimo de las conferencias de auto ayuda), no tiene la más peregrina idea de qué está proponiendo.
Que el problema de México es que hemos vivido sintiéndonos víctimas, dijo. Que desde la conquista española hasta la “guerra contra el narco” de Calderón, pasando por el gobierno de su padre, por supuesto; el problema de los mexicanos es que nos sentimos víctimas.

¿En serio? ¿O sea que nuestro problema es básicamente de percepción? Díganme si no es el colmo del cinismo. ¿Cómo puede ser que un tipo que ha gozado de una vida millonaria gracias a la sistemática ratería de su familia, que un producto de tal estirpe nos venga a decir ahora que con un cambio de óptica podemos componer al país a cuya descomposición contribuyó con tanta efectividad su padre?

El discurso habrá estado muy bien armado para obtener el aplauso fácil, porque a mucha gente no le gusta pensar, le gusta ir a escuchar una conferencia donde le hagan las preguntas y le den las respuestas; todo en quince minutos, si es posible. Habrá estado bien armado para tal fin, digo, pero eso no quita que la sustancia de éste fueran puras banalidades.

La única propuesta concreta que soltó, fue que debemos salir todos a la calle a pesar del miedo, que no nos quedemos encerrados en nuestras casas después de las diez de la noche. ¿En serio? ¿Crea un “movimiento” y convoca a la sociedad civil para decirle que eso va a cambiar al país? Claro, diles a tus guarros que no les de frío, güey, que salgan a pasear contigo al parque España a la media noche.

El resto de sus “propuestas” fue extraído de los libros que desde hace tres décadas se venden en Sanborn’s. Que hay que echarle ganas, que hay que querer a México y luchar por México, que ya es hora de hacer algo, que sólo un movimiento ciudadano logrará cambiar las cosas. Lo que nunca queda claro es qué carajos es ese tal movimiento y sobre todo, para dónde se está moviendo, si es que se mueve y no es sólo la plataforma desde la que luego este hijo del innombrable va a lanzarse hacia algún cargo político; digamos de gobernador del Estado de México, pa’ comenzar.

Luego de la conferencia, el tal Emiliano da una entrevista. Y frente a las cámaras de Televisa, el hijo del mal nacido que saqueó al país hace quince años, defiende su derecho a dedicarse a un cargo político “si quisiera, ¿por qué no?”. Y denuncia la persecución a la que ha sido sometida su familia. Pero ¿estamos bromeando? ¿dónde está la jodida cámara escondida?

Si hubiera un código ético en la sociedad, ya tendríamos que estar todos tirando huevos podridos a las puertas de su casa en las Lomas, en la Condesa o donde quiera que viva. Tendríamos que repudiarlo y hacer pancartas. Hacerle saber que lo único que él puede ofrecerle a México, es una disculpa.
Que sepa que si quiere vivir entre nosotros, lo que le corresponde es hacerlo con humildad. Sin exhibirse en ningún medio, sin dar ninguna conferencia, y mucho menos cursos abstractos de supervivencia y/o respuestas a problemas sociales. Es lo mínimo que podríamos demandarle: humildad y una disculpa en nombre de su familia.

Pero en lugar de eso lo escuchamos, le aplaudimos, decimos qué muchachito tan inteligente, qué razón tiene. Y peor, le damos el beneficio de la duda. Somos nosotros los que no tenemos ningún código ético, ninguna moralidad. Porque seguimos dejando que este tipo de gentuza ocupe los podios, tome la palabra. Porque no sabemos cuándo ni a quienes deberíamos abuchear. Porque nos quejamos cuando un grupo de indígenas o de trabajadores se manifiesta y bloquea Reforma por dos horas, pero permitimos que el hijo de Salinas lidere un movimiento y suba a las tribunas y se sienta con la autoridad de explicarnos cuál es el gran problema de México.

Quizás a ninguno de nosotros nos quede claro cuál es el problema de nuestro país o si todo se reduce a un único gran problema; por qué hay un clima de guerra, porqué la jornada se cuenta en asesinatos, desaparecidos y secuestrados. Pero Emiliano Salinas debe saber que no tiene la investidura moral, ni la autoridad, para venir a explicarnos nuestro país o a proponernos acción alguna. Que no las tiene porque nosotros no se las otorgamos. Y que lo único que le concedemos es el derecho a permanecer en silencio. En absoluto silencio.

3 comentarios:

  1. Gracias por escribir lo que yo siento lo puse en mi muro de fb espero lo lean los mios....

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  2. Gracias a ti. Por leer. Y sobre todo, por sentir indignación frente a este nuevo "gurú" de la paz nacional.

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  3. ¡Solo esto nos faltaba! Aun que sea dos meses después, pasa que me a veces me gusta leer tus blogs al por mayor =).

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