viernes, 11 de marzo de 2011

Diálogo de hospital / 2

Éramos tres. La más joven iba por un brazo lastimado, otra señora por un problema en la columna, y yo por mi cervicalgia.

La fisioterapeuta nos entrevistó por turnos y luego nos acomodó en el cuarto que es la “sala de reeducación fisioterápica” o algo así. A la del brazo le dio una pesa pequeña y la mandó a aferrarse de unos tubos fijos a una de las paredes. A la de la espalda la mandó a acostarse boca arriba en la camilla. Y a mí, a sentarme en una silla de madera.

Les dijo a las otras dos el ejercicio que debían hacer, cuántas repeticiones y por cuánto tiempo. Luego vino a pararse detrás de mí.
- ¿Cómo empezó todo esto, entonces?
- Un accidente en un seminario de danza hace dos años.
- Ah, ¿no fue un accidente de auto?
- No, fue en un seminario de danza.
- ¿Me dijiste que te habías lastimado más de una vez?
- Sí. La segunda fue haciendo Pilates, en enero del año pasado.
- Okey. Y después…
- Después fue hace tres semanas, girando y estirando demasiado el cuello en un simple movimiento.
Me puso las manos encima de los hombros y me tocó esos músculos que se llaman trapecios.
- Uy, estás contracturadísima. Este músculo es de mármol.
Debe ser la quinta vez que escucho tal metáfora cuando se habla de mi cuello.
Me dijo que levantara el esternón como si quisiera tocarme la barbilla con él, que doblara la cabeza hacia la izquierda y me pusiera la mano derecha sobre la coronilla, presionando suave. Me dijo también que lo hiciera tres veces de cada lado.
- Desde que te lastimaste la primera vez ¿has hecho algo para remediar el problema?
- Sí. He visto ortopedistas, traumatólogos, fisioterapeutas, fisiatras, un osteópata que hacía acupuntura, he hecho ejercicios, terapias láser, ultrasonido, impulsos eléctricos, me hicieron inyecciones de botox, he tomado relajantes musculares, descontracturantes, analgésicos…
- ¿Y no has probado otra forma de resolverlo? Por ejemplo con relajamiento mental.
- Sí. Antes de lastimarme esta última vez, estaba practicando yoga. Por consejo de un ortopedista.
- Pero ¿no has probado a trabajarlo a fondo? ¿a cuestionarte a fondo por qué tu cuerpo está teniendo este problema de manera recurrente?
- Sí. Imagino que sí. Hace cuatro años que voy a psicoanálisis.
- Mmmm. Quizás deberías probar por ahí. Preguntarte ¿qué es lo que me está diciendo mi cuerpo? ¿qué mensaje intenta trasmitirme con este dolor?
Frente a nosotras había un espejo. La fisioterapeuta me miró a través de él, me sonrió y asintió con la cabeza. Yo seguí volteando el cuello y oprimiéndome la coronilla y ella me dio palmaditas en el hombro y se fue a ver cómo iban las otras dos.

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