martes, 3 de mayo de 2011

El que tenga oídos...

Que se escuche el discurso completito de Obama luego del presunto asesinato de Bin Laden (no son ni diez minutos: el tiempo es dinero). Que, acotación al margen, quitando la grandilocuencia de este presidente de ahora y la impecable sintaxis del que le escribe los discursos, el pregón podía haber sido leído por cualquier otro presidente gringo en cualquier otro momento de la historia. Sobre todo el final.

El final, si acaso usted no lo escuchó ya, fue así:

Si usted mastica el inglés:

"The cause of securing our country is not complete. But tonight, we are once again reminded that America can do whatever we set our mind to. That is the story of our history, whether it’s the pursuit of prosperity for our people, or the struggle for equality for all our citizens; our commitment to stand up for our values abroad, and our sacrifices to make the world a safer place.
Let us remember that we can do these things not just because of wealth or power, but because of who we are: one nation, under God, indivisible, with liberty and justice for all".

Si usted mastica el inglés pero le sabe mejor el español (la traducción no es mía, no me permitiría jamás tal atrevimiento. Es la que circula en los periódicos españoles):
"La causa para asegurar a nuestro país no se ha completado. Pero esta noche, volvemos a recordar que Estados Unidos puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestra historia, ya sea la búsqueda de la prosperidad de nuestro pueblo, o la lucha por la igualdad para todos nuestros ciudadanos; nuestro compromiso de defender nuestros valores en el extranjero, y nuestros sacrificios para hacer del mundo un lugar más seguro.
Recordemos que podemos hacer estas cosas no sólo por la riqueza o el poder, sino por lo que somos: una nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos".

Así que si un día descubre usted que le están cayendo bombas sobre su casa, no se preocupe, no se ofenda, no reclame y mucho menos cuestione. Es Dios, que valiéndose del ejército gringo, viene a exorcizar el mal de su país y a regalarle a usted el invaluable don de la vida eterna.

No sé, de pronto sentí como un compromiso, una urgencia por pasar a recordárselo.
Una especie de llamado divino, eso.


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