miércoles, 7 de septiembre de 2011

Volviendo del descanso estivo…

Terminé de leer este libro de Cristina Pacheco, un compendio de entrevistas que hizo a pintores y a un par de fotógrafos mexicanos en las décadas de los 70 y 80.* Es triste darse cuenta que nuestros grandes artistas plásticos de entonces no eran grandes pensadores. Digo “eran” porque a excepción de unos pocos, ya todos están muertos. Da tristeza ver cómo no cuentan ninguna idea de verdad interesante. Cómo no plantean ninguna visión del arte o de la vida que revele, que enseñe, que sea novedosa.

A excepción de Juan Soriano, eso sí. Entre las más de 600 páginas que juntó la Pacheco en esos años, se esconde la joya que son las respuestas de Soriano. El único pintor que no parece un payaso autocomplacido, sino un pensador. Alguien que ve al arte en la justa medida. Que no se proclama un dios (Felguérez, Cuevas, Aceves Navarro, Botero) y tampoco hace uso de la falsa modestia (Corzas, Goeritz, Héctor Cruz, Mario Rangel). Dos posturas aborrecibles, supongo que por ser hijas del mismo padre: un ego aberrante.

Es bueno leer frases inteligentes. ¿Qué tipo de lecturas estoy haciendo en los últimos tiempos que ya no me topo con frases inteligentes? ¿Antes sobreestimaba lo que leía? ¿Seleccionaba mejor mis lecturas?

Aunque las respuestas de los pintores en este libro son repetitivas y a veces casi decepcionantes, debo confesar que gran parte de la responsabilidad es de la entrevistadora. No logras leer más de veinte páginas de un tirón. Te empalagas con su perpetuo lameculismo. Con su abundancia, su proliferación, su abuso de adjetivos aduladores como: estupendo, maravilloso, delicioso, magnífico, hermoso. Adjetivos que dejan las páginas pegajosas de prosa melcochada e indigesta. Perpetuamente maravillada, entrevista la Pacheco. Y perpetuamente dispara halagos, cumplidos, zalamerías.

¿Cómo no nos hemos dado cuenta de lo ñoña que es? ¿Cómo es que nadie me lo había dicho nunca? Y digo esto y no ¿cómo no me di cuenta antes?, porque nunca fui asidua de sus programas en el Once. Cuando llegaba a toparme con alguno, veían un trozo y pensaba que a esa persona en particular, la Pacheco debía admirarla mucho. Pero no. Habría que creerle que siente una devota y sincera admiración por todos sus entrevistados. Y aún si se lo creyéramos, lo que produce, más que periodismo sensible, es simple y pura ñoñería.

En fin.
Ahí va una probadita (bueno, dos) de las ideas de Soriano en esa entrevista:

“Cuando algo –escrito o pintado– me golpea demasiado rápidamente, si me estremece de inmediato, entonces desconfío. Todo lo que te saca de quicio, lo que te pone en estado febril, es falso, es truculento. Y es que por medio de ciertos recursos, los artistas nos dan golpes bajos. Es como la sensualidad desatada, que no tiene nada que ver con el amor, ni siquiera con hacer bien el amor.

“La moral nace como una necesidad profunda del hombre. Este no puede ser feliz si no hace acciones que vayan encaminadas al bien, porque entonces destruye la vida. Si destruyes algo bello para hacer algo horrible, estás en el terreno de la inmoralidad”.
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* Por si a alguien le interesa: “La luz de México”, 1995, Fondo de Cultura Económica, 663 pp., México, D.F.

1 comentario:

  1. Hola Thania, como tu, soy mexicana,artista bloqueada, de veintimásomenos años y viviendo en Torino (bueno no exactamente,cerca de,en un pueblito llamado Montà) pero algunos días voy a la escuela de Ilustración y proximamente iré diario. Buscando personas mexicanas,te encontré en la red,me gustó tu blog. Te dejo mi correo por si te late la idea de conocernos. nulicoca@hotmail.com Buongiorno !

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